Sección dirigida por:
Docentes área de Humanidades.
Nicolás Espitia 305 - Gestión en venta de productos y servicios 3006.
Ximena Carranza 305 - Gestión en venta de productos y servicios 3006.
En este mes, muy especial por todo lo que celebramos, no pretendo hacer de este mensaje un discurso prefabricado para los tiempos que estamos viviendo. Escribo desde mi afectividad, como médico y educador que observo con sentimiento de impotencia como se pierden vidas humanas, a pesar de los esfuerzos de mis colegas para que no se desvanezcan. Durante muchos años en los servicios de urgencias, en medio de guerras fratricidas, luché con ese mismo fervor y dedicación para arrebatarle a la muerte incontables personas. Por eso también, con amoroso afecto inculqué a mis estudiantes la calidad técnica y humana necesaria para el ejercicio de la profesión. Sin embargo, la realidad presente supera cualquier posibilidad de comparación, porque estamos frente a un enemigo invisible del cual no conocemos lo suficiente, no sabemos ni siquiera si corresponde a un ser vivo o un robot. Esta situación de infección por el virus SARS-CoV-2 se ve agravada, porque muchas personas, sea por necesidad, por ignorancia o capricho, no guardan el debido cuidado para evitar ser victimas de la pandemia.
Aunque no sabemos la fecha y manera de nuestra muerte, sería muy trágico que ese momento nos encuentre en la soledad, la tristeza y la ausencia de la familia, de los amigos, en medio de un inhumano aislamiento. Por esa razón, quiero también destacar que, al mismo tiempo, la cuarentena nos ha permitido el reencuentro: con nuestra familia e incluso, si el tiempo y el acceso a las redes sociales lo permiten, con nuestros amigos. Hemos vuelto a compartir momentos del día que los avatares escolares y laborales nos habían usurpado. Por difícil que sea la situación de cada uno, es también una gran oportunidad de retomar el rumbo familiar, para reconciliarnos con quien corresponda, para perdonar, para soñar juntos un nuevo amanecer. Esta situación de pandemia no va a desaparecer en el corto y tal vez ni siquiera en el mediano plazo. El virus que nos ataca se replica en las personas y se transforma adquiriendo nuevas posibilidades de infectabilidad. Al respecto, solo nos queda esperar que algunos de nuestros queridos estudiantes de ayer, que los maestros alrededor del mundo hemos ayudado a formar a través de estos largos años de travesía educativa, encuentren la vacuna pertinente y efectiva.
Esta es una de las numerosas razones, por la que nuestras niñas, niños y jóvenes son el tesoro más preciado que tenemos en las familias, pero también como educadores. Son la esperanza de la humanidad. En todos los aspectos. No solamente desde el punto de vista científico, sino también y por, sobre todo, el aspecto humano. He ahí también, la importancia de nuestra profesión. La gran responsabilidad que tenemos de ser educadores, empezando en las familias hasta la escuela. Tengo la certeza de que las pandemias por virus llegaron a nuestros tiempos para quedarse, cada vez serán mayores y para eso debemos prepararnos y preparar a nuestros jóvenes. De la misma manera la educación se transformará y para siempre. En esta cuarta revolución industrial, tendremos no mayores dificultades, sino mejores posibilidades como educadores. Por todas estas razones, me siento orgulloso de ser maestro. ¡sí, soy maestro, es lo que hago día tras día, no para sobrevivir, lo hago para ser feliz! Porque es el sentimiento que emerge cuando veo a los niños, niñas y jóvenes sonreír, cuando evidencio que aprendieron algo nuevo, cuando puedo dar la mano al que cae, cuando a pesar de mis miedos logro que superen los suyos y vean el futuro con esperanza. Soy feliz, aún cuando a veces molesten o se enojen conmigo, hasta que comprenden mi preocupación por ellos, porque ahí veo a mis hijos. Pude hacer muchas otras cosas en la vida, pero soy maestro, porque en mi interior siento la necesidad y el deseo de enseñar, de proteger, de guiar y también de aprender de ellos. Los mejores recuerdos se construyen en la escuela. De la amorosa maestra que en la puerta con una gran sonrisa nos daba la bienvenida, de compartir con amigas y amigos en el recreo y de todos nuestros maestros que durante ese corto pero importante tiempo, superando el cansancio y aún arriesgando su salud, entregaron lo mejor de sí mismos, para hacer de nosotros mejores hijos, hermanos, compañeros, trabajadores, mejores ciudadanos. Nuestra profesión será lo que hagamos de ella, no depende de nadie más, ¡cada uno le dará la importancia que merece!
DUMER ANTONIO PEDRAZA
RECTOR
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